Los que nos dedicamos a ayudar a los novios en la organización de su boda, sabemos que con cada pareja, te aguardan nuevas sorpresas y experiencias. Cada pareja tiene una personalidad diferente, nunca puedes decir que lo has vivido todo y que ninguna es del montón. Pero lo que más me gusta, y lo que realmente me arrebata de mi trabajo, es encontrar ese hilo de conexión en el que captas e identificas lo que los novios quieren expresar.
De todas las parejas que he podido conocer, sólo con una no hubo esa conexión y a pesar de ello, trabajas con la misma dedicación para que todo salga bien aunque en el fondo no disfrutas haciéndolo… y te ves más como un robot que como una persona. Actúas todo lo profesionalmente que puedes pero cuando acaba la ceremonia, das gracias por poder irte…
Pues bien, la de Sara y Carlos no fue una boda, sino el entretejido de una historia de emociones e ilusiones, conjugando deseos muy diferentes con el objetivo prioritario de que gustara a todos pero sobre todo, que fuese «suya». Una idea de boda sin artificios, espontánea y natural, con estilo y claros conceptos… definición que puede hacerse tanto de la boda en sí como de los novios.
Sara y Carlos son así, naturales, sencillos, con las ideas claras y rezumando estilo.
Y así fue su boda. Natural, sencilla, llena de sensibilidad, personalidad y emoción. Desde la música elegida para el cóctel y la ceremonia, hasta la composición del menú, la decoración y ambientación que creamos para ellos en la Finca Les Fanecaes, en Biar, hasta el celebrante (¡hola, querido Vicent!), pasando por los amigos y amigas de los novios, todo fue armónico y elegante.
Sus familias, colaboradoras, respetuosas, confiadas. Un encanto de familias totalmente diferentes, pero totalmente auténticas.
Sara y Carlos querían una boda alejada de los stándares, sin convencionalismos. Una boda con su sello personal, en la que al vivirla, todos los que les conocieran dijeran enseguida «¡son ellos!», porque su personalidad y estilo estuviera plasmado en todo. Y parece que lo conseguimos…
Y aquí os dejo imágenes, que os voy comentando.
La ceremonia se celebró en la pinada de la finca, que cuenta además con muy buenos accesos y aparcamientos, además de, al tratarse de un hotel rural con encanto, la finca al completo y sus habitaciones las ocuparon familia y amigos durante todo el fin de semana.
El plano de mesas, situado en el acceso, con las mesas identificadas con nombres de plantas aromáticas, hechas con papel aceitado y pequeños toques de humor…
El color elegido para los elementos principales de la boda, fue el favorito de la novia, el malva. Color estupendo para el mes de junio y para el enclave, porque abundaban lavandas y romeros en flor. Elegimos manteles de arpillera en color tostado, y cubremanteles con discretas flores en malva para unas mesas y para otras manteles blancos con caminos de mesa de saco y arpillera y a las sillas, sencillas de tijera en madera, les pusimos cojines en malva.
Las mesas se dispusieron con formas y tamaños diferentes. Así, se agruparon a los invitados por criterios de proximidad, y se pusieron tantos cubiertos como se requería. Si los amigos son 26, pues se monta una mesa de 26… el resultado final, lejos de ser caótico o desordenado, provocó todo lo contrario. Había una armonía general, todos los que querían estar juntos lo estaban…
Así, se montaron mesas cuadradas, redondas, rectangulares… La mesa de los novios era de 18 personas. Padres, padrinos, hermanos, hermanas, parejas de éstos… la familia más próxima. Los novios, en presidencia francesa, en un lateral de la zona, desde donde podían ver a todos los invitados.
Aquí podéis ver mejor la distribución final. Los novios, en la mesa rectangular de la izquierda. A los lados, sendas mesas cuadradas, en el frente, 3 mesas redondas y formando aspa alrededor de éstas, las mesas rectangulares.
Los centros de mesa a base plantas naturales, peonías, paniculatas, y otras silvestres, como alegrías, lavandas, romeros, margaritas, kalankoes, hierbabuenas, mentas, alábegas …dentro o fuera de jaulas, troncos y raíces, quinqués, faroles y velas que dieron un especial encanto a la cena…
Montamos diversas zonas de descanso a ambos lados de la pista de baile y la barra de bebidas que se ofreció tras el banquete. Los toques árabes las integraban perfectamente en la cultura y tradiciones del entorno, con gran arraigo a las fiestas de Moros y Cristianos.



En la pinada, una sencilla ambientación perfectamente integrada en el espacio, hacía que todo tuviera un ambiente cálido, fluido, natural…
Colgados en cestas a la entrada de la ceremonia, confetis y arroz para todos.
Como siempre es propuesta de TuBodaEsÚnica, los novios, en una banqueta mirando a sus invitados ¡imprescindible el contacto visual! y ¡cómo gusta a todos ver la cara de los novios!. Los padrinos, padres y la pequeña dama de honor, en ángulo para ver y ser también, vistos.
¡Y por fin llega el momento!
Y tras el banquete, no podían faltar las maravillosas tartas hechas por las tías de Sara, riquísimas y que se acabaron en un pispás, junto a las galletas también elaboradas por María Luisa, y que volaron con las chuches!!
Los dulces no se sirvieron por camareros en las mesas, sino que los invitados se acercaban a la exposición en modo self service y elegían ellos mismos cuánto, de cuántos, y cuántas veces. Un modo divertido, que dio mucha conversación y risas a todos, con las detalladas notas y explicaciones verbales de María Luisa, un encanto de señora que quedó cubierta de halagos y enhorabuenas por su magníficas recetas.
En primer término, una colaboración especial de la preciosa Daniela, dibujo representando a los novios hecho por ella misma (5 añitos nada más!!)
Y de viaje de novios, un safari por África… !! Un punto final a una boda suave, dulce y sobre todo, muy personal!
