Los niños en las bodas. El ensayo general de la boda.

Los niños son por naturaleza imprevisibles, sea cual sea su carácter, personalidad o edad. Pero al mismo tiempo son muy responsables si conocen la importancia de su tarea y se sienten protagonistas.

Sin embargo, en las bodas se les suele obviar limitándonos a vestirlos con trajes que normalmente no les son cómodos o no les gustan, y a adoctrinarlos verbalmente sobre que ese día tienen que llevar un cojín o cesta con unos anillos porque su tía y su tío se van a casar, con sucintas explicaciones que dependiendo de su edad, comprenden mejor o peor mostrándose más o menos voluntariosos.

Recuerdo a Santi, de 2 años y medio, que cansado de llevar el dichoso cojín, en plena comitiva de entrada (soportando las instrucciones de su abuela que le conminaba a andar más deprisa), lo tiró al suelo delante de él y le dio una perfecta patada de delantero centro, que lanzó los anillos contra un invitado. Esther, de 4 años, que llevaba una preciosa cesta de pétalos que debía arrojar delante de la novia, pero que le parecía tan divina que se negó rotundamente a tirarlos alegando que su madre le había dicho que no se tiran cosas al suelo. Y el mejor de todos, Iván, de 3 años, ahijado de la novia, que cuando vio que el padre de ella era quien la llevaba del brazo, dijo que, o la novia le daba la mano a él, o no entraba.

¿Cómo hacerles cómplices voluntariosos? Son niños, recordemos… aquí no vale elegir al mejor candidato, ni a quien lo vaya a hacer mejor, ni al que le siente mejor el traje, ni al más dócil… son los niños de la familia, y tienen que ser ellos sí o sí quienes contribuyan y participen activamente en un acontecimiento familiar tan importante. Su vestuario será acorde con lo especial del evento, pero cuidaremos de que no se vean así mismos como perifollos. Respetaremos sus gustos y les dejaremos elegir dentro de un margen, para hacerles partícipes activos y que se sientan tenidos en cuenta, y no meros instrumentos decorativos. Intentaremos que vayan lo más cómodos posible y velaremos por su dignidad de niños (que he visto cada cosa…).

Así que lo que nos resta, es intentar empatizar con ellos, y como maestra de ceremonia y organizadora de la boda, hacerles partícipes de la importancia de su trabajo y pedirles que te ayuden, sabiéndoles transmitir lo bien que se sentirán haciendo este “trabajo” para la maravillosa novia o novio, y, por qué no, haciéndoles un regalo el día del ensayo general y prometiéndoles otro después de la boda. ¡Cosa que naturalmente cumpliremos!

Con los niños, el ensayo general es fundamental. Han de venir con la cesta, cojín o similar que utilizarán el día de la boda. Y los tenemos que alejar de mamás, abuelas y familia en general. Nos los llevamos a un apartado, lo suficientemente cerca para que no pierdan de vista a mamá y no se pongan nerviosos, y a ésta y demás familia les pedimos que nos dejen un ratito que tenemos cosas importantes que hablar.

Les damos las gracias por escucharnos, les relagamos unas chuches, y les explicamos por qué están allí y si les apetece hacerlo. Si alguno dice que no, se le pide que lo decida después del ensayo (confiando en que cambie de opinión…). Ensayamos sólo con ellos, los primeros. Les explicamos el por qué del recorrido, la importancia de su papel, cómo tienen que caminar, lo importante que es que no se apelotonen unos con otros, hacia dónde han de dirigirse, que toda la familia estará sentada en los bancos mirando lo guapos que están y lo bien que lo están haciendo, dónde se sentarán después… y todos los detalles que les hagan creer que tienen control sobre la situación, y no la inquietante sensación de que les dejan en mitad de un largo pasillo abrumados por decenas de personas dirigiéndose hacia un señor con raras vestiduras que no saben qué les hará cuando lleguen hasta él… pongámonos en su sitio!

Hay que explicarles que el fotógrafo y el video querrán hacerles fotos donde estarán muy guapos, y que para eso es importante que sonrían y dejen mucho espacio delante de ellos para que aquéllos puedan moverse. Y hay que prometerles que estarás muy cerca de ellos porque si se les olvida algo, te verán enseguida y tú les dirás qué tienen que hacer, y que si se ponen nerviosos estarás allí para apoyarles. Transmitirles que esta responsabilidad no es una carga, ni una presión, sino una bonita ocasión de hacer algo importante y demostrar lo mayores que son.

De momento, en los años que llevo organizando bodas, todos los niños con los que he ensayado previamente a la boda, lo han hecho maravillosamente y sobre todo, se lo han pasado bien, que es lo más importante. Nadie quiere ver sufrir a un niño en un día como ese.

Siempre hay que tener claro que son niños, y por lo tanto, imprevisibles y espontáneos, por lo que no hay que hacer drama si actúan como no se espera, porque ellos constituyen la parte más tierna de la ceremonia y hagan lo que hagan, serán disculpados.

Los pajes, en función de su número, se ordenarán en comitiva delante de la novia, y también del novio, no importa si en parejas sexuadas o no, porque hemos de primar el que ellos se sientan cómodos. En contra de lo que suele hacerse, es mejor que los mayores vayan delante, porque los pequeños les seguirán más fácilmente. La opción de que los mayores les den la mano a los más chicos es la mejor, pero cada circunstancia es distinta, cada niño también, y la cantidad y edad del grupo determina el resto de decisiones. Y por supuesto hay que ofrecerles las alternativas y preguntarles a ellos cual les parece la mejor.

Llegados al altar, es conveniente que una de las mamás, una Dama o un adulto favorito les recoja y les lleve donde han de sentarse. Los niños de las arras y anillos, en el primer banco de la izquierda (mirando desde el altar), junto a alguien en quien confíen y se sientan bien. El resto, con sus padres.

Evitaremos que se sienten demasiado cerca de los novios, para que en ningún momento interfieran en la liturgia, y nos aseguraremos de que el sacerdote o el oficiante en la boda civil, sabe quién lleva los anillos y arras y cómo se llama el niño o niña, para que se dirija a él en el momento oportuno y lo llame cariñosamente por su nombre.

Si en la ceremonia ha de intervenir algún niño, dando lectura a algún texto, es lógico pensar que si sabe leer estará por encima de los 6-7 años. En este caso, les enseñaremos dónde está el micrófono, el recorrido que han de hacer (no se cruza por delante de los novios, ni se atraviesa el altar; se sube por los laterales y se baja por el mismo sitio) y le ofreceremos leer algo para que experimenten el sonido, corregirles el volumen o tono de voz hasta donde sea posible, probar la altura del micro, etc. Les prepararemos el texto con tipografía sencilla, tipo arial, y a un mínimo de 18 p., a doble espacio, para que puedan leer con facilidad.

Todo esto, naturalmente, es aplicable a la ceremonia civil exactamente en los mismos términos.

Pero no todo van a ser instrucciones para los peques. Los novios también han de tener en cuenta su comportamiento frente a los niños que llevan delante. Si se aturullan, esperarán sonriendo a que la comitiva se reordene; si se detienen, ellos también; si echan a correr, a llorar, o se sientan en el suelo, lo aceptarán como lo que es y teniendo en cuenta que si ellos que son mayores están nerviosos, o nos emocionamos, los niños mucho más!

Y por último, insistir en que son «nuestros niños», y que estamos en un acontecimiento familiar. Si en un momento dado los novios han de atenderles personalmente, no pasa nada; si el peque requiere mimos especiales es bonito que les cojamos de la mano y les demos tranquilidad… y, si los novios tienen un bebé y quieren llevarlo en brazos ¡pues perfecto!.

En la primera foto, los pajes de Alona se sintieron ab-so-lu-ta-men-te protagonistas!

En la segunda, Alexia con su reborn que custodiaba con amorosa protección en la boda de sus tíos Miriam y Gabriel.

En la tercera, los pajes y damitas de Begoña y Julián, absolutamente metidos en su papel, en el banco que les preparamos junto a los novios.

En la tercera fotografía, Spiderman en persona trajo los anillos de Clara y Nacho.

En la última, el pequeño Pablete feliz con sus papás Anabel y Pablo, en una fotografía de Juan Carlos Francés.

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3 Comentarios

  1. CELIA dice:

    ME DIVERTI MUHO ME CASE A LOS 41 Y MI HIJA LO MIRO LE GUSTO

  2. CELIA dice:

    A SI ME CASE YO

  3. Hola!!!
    Me he divertido leyendo este post, sobre los más peques, la verdad es que son impredecibles!! Hace poco, yo también publiqué uno sobre cómo pueden ayudar en la organización de la boda, si los novios ya tienen hijos. Yo, personalmente, creo que siempre hay que tenerlos en cuenta y explicarles las cosas de forma adecuada a su edad, como bien indicas. Enhorabuena!

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