Las Damas y Damos de Honor, cuya función y sentido ya hemos tratado en otro artículo, no se encarga sólo de colocar la cola del vestido de la novia, pueden ser una o varias, y puede ser mujer, u hombre. En España es tradicional que sea una mujer, normalmente la mejor amiga de la novia, su hermana… y si hay más de una, es una tarea que recae sobre amigas y familiares cercanas.
Siempre pensamos en la novia, pero actualmente ya he organizado varias bodas en las que el novio también tiene sus «damos». Le escoltan en la entrada de la comitiva igual que se hace con la novia, y se preocupan y ocupan de él del mismo modo.
Si hay dos Damas de Honor, irán detrás de la novia, pendientes de sus necesidades. Una, puede viajar con ella en su coche, en la parte delantera junto al conductor, y la otra esperarla en la Iglesia, ocupándose de los pajes.
Entre dos y cuatro damas, siguen estando detrás de la novia en la comitiva de entrada, dejando la parte de delante para los pajes de los anillos y las arras. Pero si son más de cuatro, pueden distribuirse delante y detrás, escoltando a la novia.
Se ocuparán de ayudarla a subir y bajar del coche, de sostenerle el ramo cuando sea necesario y estarán pendientes de su imagen, no sólo del vestido, sino también del peinado y maquillaje. Guardarán un pequeño neceser de apoyo para la novia y serán, en definitiva, su ángel de la guarda.
En la comitiva de entrada, unas irán detrás de los pajes y delante de novia y padrino, y otras detrás de ellos. Portarán pequeños ramos similares al de la novia, o pulseras o coronas, y sus vestidos serán discretos (nada de grandes escotes, minifaldas o transparencias) y en sintonía con la ambientación general de la boda, y si visten de blanco, que pueden hacerlo, se adornarán con algún detalle de color y serán vestidos completamente diferenciados del de la novia. Pueden llevar tocado o pamela, según la hora del día, elementos que aunque vistan de blanco, las distinguirán perfectamente de la novia.
En la iglesia o en el lugar de la ceremonia, se sentarán si es posible en el lateral izquierdo mirando hacia el altar, guardando la visual con la novia para que ésta pueda recurrir a ellas en cualquier momento.
En el ensayo general conviene que estén todas, y es el momento adecuado para «repartir las posiciones», comprobar los recorridos, los asientos, etc.
Fotografía de Gloria, cuyas damas la esperaban a la llegada a la ceremonia civil, que se celebró en La Masía de Chencho.
