Cuando Ingrid y Marc se encontraron, no estaban en el mejor momento de sus vidas. El feeling, la empatía, surgió tan espontáneamente como son ellos. Y los acontecimientos comenzaron a sucederse como si estuvieran ya previstos desde hacía mucho tiempo. ¿Quién dice que no existe el flechazo? Sí que existe, y cuando te atrapa, te enreda en una suave red que lejos de asfixiar, libera y transporta…
Ingrid es valiente, firme, decidida y alegre. Tan responsable en su trabajo como para que le suponga un constante reconocimiento. Es polifacética y pluriempleada, organizada y profesional.
Marc es impulsivo, espontáneo y tierno. Es alegre y osado, y con esas cualidades chocó literalmente contra Ingrid. Dos caracteres parecidos, y tan distintos que se complementan en una encantadora armonía.

Cuando Ingrid nos llamó, tenía muy claro que su segunda boda tenía que ser divertida, pensada para el esparcimiento de sus amigos y que el concepto de fiesta debía prevalecer sobre el de ceremonia. Por ello, buscaba ideas innovadoras, en las que predominase la sorpresa. ¿Dónde me caso para que sea diferente?, dijo. Pues… en un barco?, le contesté.
Enseguida les gustó la idea, así que nos pusimos manos a la obra. En el Puerto de Cambrils, estaba el barco adecuado para sus aproximadamente 100 invitados. Un catamarán de 25 metros de eslora y 7,5 de manga, el DORIMAR II, con capacidad de hasta 250 pasajeros y donde Xavi, su Capitán y armador, nos dio toda clase de facilidades.
Y comenzamos a diseñar el concepto general de la boda, teniendo como punto de referencia el mar, lugar central de todo lo que debía acontecer.

Como buenos transgresores que son, decidieron que no querían la tradicional forma de invitar. Así que dijimos: Bueno, el mar… un barco… ¿por qué no hacer una performance? ¡Y allá que se vistieron de piratas!
El equipo nos desplazamos a Cambrils para hacer la grabación de lo que debía ser un duelo entre corsarios, al final de cual comunicasen a sus invitados que la celebración de su triunfo sería el día de su boda a bordo de una de sus naves abordadas y conquistadas.

¡Qué día tan divertido! Marc, con un gran parecido al actor español Juan José Artero, fue confundido con él por uno de los camareros del restaurante donde comimos… y se desencadenó una creativa complicidad, que de repente, mientras conversábamos preparando la grabación, nos transformó en escoltas, paparazzis, manager y novia secreta por obligación de una tremenda exclusiva, del famoso actor que iba a grabar un video clip anunciador de su próxima película… El personal del restaurante se puso a nuestra disposición y fueron extremadamente amables. Nos cedieron un local para que nuestro artista y su novia secreta pudieran caracterizarse sin mirones ni molestias, aunque no lo conseguimos del todo…
Desde aquí les pedimos perdón al Restaurante La Taberna del Mar, por aquella magistral actuación que les embaucó en una historia irreal, pero que puso en evidencia su gran amabilidad, generosidad, y simpatía. Han de saber que han quedado ya para la eternidad como los grandes cómplices y colaboradores que permitieron una caracterización cómoda y en total privacidad de unos novios muy especiales. ¡Gracias!
Rodamos por la playa de Cambrils, el Club Náutico y su Paseo Marítimo. El performance se tradujo en interactuaciones con los paseantes, con los turistas, con los playeros… y entre sables, desafíos, risas y besos se fue urdiendo una historia que después de editada y montada por Fran, se constituyó en una divertida invitación de boda.
Tras varios viajes a Cambrils, ya teníamos pensado y decidido el diseño logístico de la boda. Una cena tipo cóctel, y una ambientación marinera que pudimos trabajar con lo más satisfactorio que puede escuchar un profesional: “confío en ti”. Eso significa que hay sintonía entre novios y organizadores, y que eso trasciende más allá de la pura relación cliente-empresa. Cuando esto sucede, todo lo demás es fácil, grato, y la ilusión lo envuelve todo de forma que todos disfrutamos mucho.
Y lo más divertido, que te llame la novia y te diga “esto no lo puede saber Marc…” y luego te llame el novio y te diga “esto no lo puede saber Ingrid…” y al mismo tiempo tú preparas otras sorpresas que no conocen ninguno de los dos… e intentas memorizar todo para no meter la pata en un momento de despiste y desvelar las sorpresas o confundirte sobre con quién has de hablar esto o lo otro…

Es emocionante ser la única persona que lo sabe todo, porque te hace sentir la ilusión y la inquietud de que llegue el día y puedas ver el efecto de esas sorpresas en sus caras, y sobre todo, ver la ternura que desprenden los dos. Confidencias que hacen que conozcas a cada uno, que entiendas sus sentimientos y puedas materializarlos sin que lo imaginen.
¿Pero qué pasó? Pues que conforme íbamos adentrándonos en el diseño de la ceremonia, todo iba cambiando. La ceremonia alocada y divertida se iba tornando en romántica y casi clásica (digo “casi” porque con estos novios no es posible el “totalmente clásica”).
Ambientamos y decoramos el Dorimar II con multifunción. Todo el barco recordaba constantemente que es eso, un barco, y que estamos en el mar. La cubierta superior se dispuso para la ceremonia, sillas de madera blanca con asientos de piel blanca, a ambos lados del pasillo marcado con el color principal elegido por Ingrid: el azul. Faroles, estrellas de mar, redes, sirenas, tritones, visillos recordando la espuma del mar, caracolas, conchas, remos, corales… inundaron los espacios. Preparamos la pérgola de la ceremonia de forma que todos pudiesen ver a los novios y al oficiante, y tuviese fácil acceso para los amigos que intervinieron.

Reservamos los primeros asientos para los padres, hermanos, damas, pajes, testigos, con carteles alusivos a criaturas marinas, y dispusimos las pérgolas que en el banquete se transformarían en puesto de dulces, barra libre… Tras la ceremonia, se retiraron las sillas y elementos decorativos de la misma, y se liberaron los espacios para el baile, colocando algunos sofás y puffs para el descanso fortuito.
En la cubierta interior, lo preparamos todo pensando en el cóctel y en los espacios para la conversación y el descanso. Se instaló una larga mesa con útiles para apoyo del servicio de cóctel y que sirvió también de madrugada para la recena, y algunas mesas altas auxiliares.

Suprimimos prácticamente los adornos florales (¿flores en el mar?) y en la entrada del barco, colocamos dos grandes macetones con arbolitos, adornados con redes y estrellas de mar, cubriendo la pasarela con moqueta azul.
En un barco los espacios son limitados, de modo que aprovechamos los compatimentos de visión submarina de la parte inferior para guardar elementos de catering y los alimentos y bebidas, y pensamos en los objetos que pudieran ser multifunción, como los macetones que he mencionado y que a la vuelta a puerto, utilizamos para llenarlos con los obsequios a entregar a los invitados.

Sólo el oficiante y yo conocíamos el texto de la ceremonia, toda la música que sonaría, las intervenciones de amigos y familia… y todos los sucesos importantes en la vida de I&M iban a tener su sitio, y todas las personas fundamentales, un recuerdo.

Marc llegó con una sonrisa radiante, atravesando el paseo, con sus casi dos metros y dejándose ver con su traje negro, camisa blanca, sin corbata, arrebatador y prácticamente saltando entre las decenas de espectadores que se habían constituído en público del evento, frente al catamarán decorado para la ceremonia. Subió a la cubierta superior acompañado de su madre, entre abrazos, sonrisas y buenos deseos de todos, y al ritmo de This old heart, de Rod Stwart.

¿Recordáis el “casi” de antes? Pues se complementaba con la llegada de la novia, que lo hizo en MUSHU I, un Bavaria Cruiser de 38 pies de venteanavegar.com (¡hola Vanessa!) con dos de sus seis damas de honor. Las otras cuatro, la esperaban a pie de paseo, en el lugar designado para el atraque del barco. A escasos 20 metros, sus invitados, ya situados en la cubierta superior de catamarán, pudieron contemplar cómodamente su llegada al ritmo de Tina Turner, Bruce Sprinting, Queen … hasta que subió a bordo acompañada de Elvis Presley y su Can’t Help Falling In Love.
Ingrid había decidido una entrada muy romántica, para sorprender a Marc … cantando en directo “Estar contigo”, de Álex Ubago y Lena, apareció en la cubierta superior absolutamente deslumbrante, y consiguió, mientras avanzaba por el pasillo de moqueta azul, completar la segunda estrofa antes de que se le quebrase la voz y Marc la recibiese con extrema delicadeza y ternura entre sus brazos… un momento precioso que inmediatamente ambientó la ceremonia, que comenzó el oficiante diciendo
Con el rumor del agua, la luz y energía del sol, el perfume del mar y sus maravillosos tonos azules (y la gran pandilla de curiosos que nos observan desde el paseo), vamos a comenzar.
La siguiente gran sorpresa fue cuando en el “sí quiero”, que tantas risas había provocado durante la preparación, semanas antes, sobre el modo en que se diría, lo que uno u otro eran capaces de hacer, las bromas al respecto… Ingrid, la más bromista sobre el particular, dijo, con un cálido tono de voz: Sí, quiero. Y Marc, que se supone era el más tímido, el que sólo iba a decir eso… sorprendió con un bonito texto de amor, de hombre totalmente enamorado, que leyó a ratos con entereza y a otros con gran emoción. Un texto que expresaba sus sentimientos hacia Ingrid y terminaba diciendo:
«Solo intento ser aquel que te pueda demostrar que el amor eterno existe, que cada instante que compartamos puede ser un mágico sueño. Solo pretendo ser únicamente yo, ese loco perdido que te ama.»

Y aparecieron Silvia y Jana, ahijadas de Ingrid y sus sirenitas de boda. Silvia, con sus 11 años leyó una preciosa rima que, con la sencillez de la que sólo son capaces los niños, emocionó a todos:
Jana, con 4 añitos, amorosamente abrazada a su osito de peluche, que llevaba atados los anillos de boda en una lazada al cuello, lo entregó fascinada a su madrina.
Las intervenciones de amigos, la música, el entorno, hicieron de la ceremonia de la boda una vivencia emocionante, romántica y divertida, sobre todo cuando el oficiante, tras la lectura de los artículos 66, 67 y 68 del código civil, dijo que el artículo 69 quedaba a disposición y diseño de los novios!, y más aún cuando Carlos del Pozo, genial cómico, apareció por sorpresa para leer una historia a los novios. Ingrid puso cara de extrema alarma (¡¡¡que no tenía que salir!!!) y luego de sorpresa… perpleja, pues había decidido que Carlos era una sorpresa para Marc, y que debía estar escondido hasta el baile, en que haría su aparición estelar… y Marc, porque no sabía que Carlos venía a la boda y mucho menos que tendría algún tipo de intervención… así que fue sorpresa para los dos y tanto Carlos como yo disfrutamos muchísimo preparándola las semanas previas, y guardándonos mutuamente el secreto.
Con la sentencia de “lo que el mar ha unido, que no lo separe la tierra”, el oficiante certificó el matrimonio y ofreciendo el acta de boda a los novios, éstos la firmaron y tras ellos, todos los que intervinieron en la ceremonia: damas de honor, testigos, y por supuesto las dos preciosas sirenitas. Jana, entusiasmada con poder plasmar su nombre en un documento tan importante, se tomó su tiempo en escribir las cuatro letras de J-A-N-A y pidió seguir dibujando… y al ritmo de “No puedo quitar mis ojos de ti”, en las voces de Alaska y Raphael, finalizó una emotiva, romántica y divertida ceremonia.

Zarpamos, bailamos, los novios entregaron obsequios, hubo momentos atrevidos, momentos de recuerdos emotivos, fuente de chocolate y frutas, recena…con un paisaje maravilloso desde el barco, con las luces de Cambrils en el horizonte.
Y en la vuelta a puerto, los novios despidieron uno a uno a todos sus invitados. Marc entregó el recuerdo a las señoras, Ingrid a los señores. Fotos, abrazos, agradecimientos, risas… que culminaron con el lanzamiento del ramo por parte de Ingrid a sus amigas casaderas, que casualmente fue a parar a una de las Damas que tuvo mucho éxito durante la fiesta… Ya se sabe, ¡de una boda sale otra boda!

Fue una boda muy bonita y diferente, nos lo pasamos genial y más siendo mis hijas parte «protagonista» del Evento. Era la primera boda de Jana y ahora piensa que todo el mundo se casa en un barco 🙂 y tiene su cartulina de Sirenita con su nombre pegada en su silla.
Por cierto Jana tiene solo 4 añitos 🙂
Un beso muy grande para Marc e Ingrid !
Jamás olvidaré ese dia tan especial,esa boda tan sagrada y mágica,fruto de un Amor puro y entraňable.
Ingrid y Marc gracias x su generosidad,amistad,complicidad,empatía,amor,amistad y hermandad! Hacia mi y hacia cada amigo/a q tienen.
Dios ya los ha bendecido al conocerse! Y yo les envio mas bendiciones para que los acompaňen en este trayecto de vida,la familia q han formado!
Mil besos,abrazos,te quieros,agradecimientos y mis mejores deseos!
Los quiero mucho y cuentan conmigo!
Gabriela