Iniciamos una serie de post dedicados al ensayo general de la boda, en el que comentaré toda esa serie de cosas que cuando llegue el día de la boda, os harán exclamar «¡menos mal que ensayé!».
Cuando hacemos el ensayo general de la boda, no se trata de ensayar el “sí, quiero”. En las bodas religiosas, eso queda para los novios y el sacerdote, que es quien les orienta en el desarrollo de la liturgia y les indica en qué pueden participar de forma particular siempre dentro de lo coherente al lugar en que se encuentran y el motivo.
El ensayo general, sea en la iglesia o en otro lugar, sirve para que todos los protagonistas sepan qué deben hacer y qué no, dónde ponerse y cómo, y sobre todo que, al conocer y practicar esos movimientos, se sientan seguros y al menos en esta parte, se eliminen los nervios normales del momento, y especialmente, si hay niños que llevan anillos o damitas y pajes.
Cuando alguien me ha preguntado “pero ¿qué vamos a ensayar?”, yo siempre les respondo lo mismo: “que parezca que sabes lo que tienes que hacer y lo hagas bien”. Hay muchas cosas que creemos que sabemos hacer, y seguro que es así, pero también hay elementos que no nos condicionan de forma habitual, como sí sucede en estas circunstancias (espacio desconocido, no saber cómo estará organizado y colocado el mobiliriario, zapatos y tacones nuevos, bolsos inusualmente pequeños, tocados, vestidos largos, desfilar por un pasillo siendo el centro de las miradas, etc.).
Y ¿quién debe estar en el ensayo general? Pues todos los que formen parte de la comitiva: Novios, padrinos, padres, testigos, damas, pajes… para que todos puedan saber cuál es su sitio el día de la boda, cómo se colocan, cómo se entra, en qué orden, etc., porque, aunque la persona responsable del protocolo de la boda esté allí ese día para organizarlo, ya sabemos que no todos llegarán al mismo tiempo, que estarán nerviosos, ocupados saludando y recibiendo a sus invitados, y que éstos llenarán la puerta de la iglesia y su interior, y no son momentos para buscar al testigo fulanito ni para explicar ciertas cosas que se han de saber, y que vamos a desarrollar en los siguientes post.
Esas ciertas cosas son, por ejemplo, cómo nos cogemos del brazo, cómo se camina, cuál es la postura, en qué orden entraré, cuál es su sitio en el altar, qué hacemos cuando llegamos a él, cómo se coloca el bolso, cómo se lleva el ramo de novia, etc. etc.
Y si tenemos niños, el ensayo general es fundamental. Los niños, en función de su edad y su carácter y personalidad, son más o menos imprevisibles o espontáneos. El saber tratarlos, explicarles qué va a pasar y qué pintan ellos allí; que sepan por dónde andarán y dónde han de colocarse; que puedan portar el cojín, cesta o donde sea que lleven los anillos o los pétalos… les hará sentirse importantes, entenderán su papel y les dará seguridad.
Espero que os guste esta serie, y ¡espero vuestros comentarios! 😉
