Me encanta cuando conozco a unos novios y siento esa empatía instantánea que lo hace todo fácil. Y Carmen además, es una persona muy dulce, y con verla se ve. Pablo la miraba con los ojos llenos de chispitas y eso también se ve!. Y estas fotos que os enseño es el resultado de una boda de verano, en la montaña de Biar, donde el atardecer nos proporcionó imágenes maravillosas.
Pablo es meteorólogo, y decidieron que la temática de su boda versaría sobre su profesión. De hecho, hizo un estudio meteorológico previo para determinar las probabilidades de lluvia, viento, sol… cuyo resultado le llevó a fijar la fecha de la boda. Y no se equivocó en nada! hizo un día precioso y una ligera brisa que amainó a mediodía tal y como había predicho.
Así que la imagen de la boda fue un conjunto de símbolos meteorológicos, que se aplicó a la invitación, a la minuta, el photocall, y elegimos para el seating unos carteles en forma de gota de agua que sujetamos en los grandiosos pinos de la explanada donde se celebró el banquete, de los que suspendimos dos grandes nubes que iluminamos por la noche colocando debajo la mesa de dulces que le prepararon sus amigas, donde también se colocó el libro de firmas. Como meseros, los nombres de fenómenos meteorológicos.
Carme eligió manteles con dibujo arabesco en morado, centros muy frescos con flores silvestres y sillas Napoleón doradas con cojín blanco. Las mesas no eran iguales; las había redondas en dos tamaños, cuadradas, rectangulares… en función de cómo querían agrupar a sus invitados.
