Cuando me llamó Alona para pedirme que fuera oficiante en su boda, sentí su frescura y alegría interior. Una joven tan vital sólo podía casarse con alguien con la misma ilusión por la vida que ella: Walter. Ella, de Lituania; él, de Cabo Verde. Una boda de contrastes, gente preciosa, que hizo de la ceremonia una explosión de risas y naturalidad. Y si a eso le unimos el lugar de celebración, Restaurante Punta Prima, ya lo tenemos todo… ¡Enhorabuena pareja!
